lunes, 11 de enero de 2010

Recordando cómo se hacía




Al principio me sentía un poco farsante, culpable por utilizar lo que para muchos es sagrado, únicamente para recordarte, pero era la mejor manera de ver tu imagen más clara-mente.

Mientras hablaba bajito a los pies de mi cama, podía oír tu voz ajada con más nitidez, intuía ese suspiro que cerraba todas tus frases.

No sé si fue la nieve o puede que el frío que provocan, bajo la piel, las ausencias... quizá fue verme en mi hija resbalando por la terraza. La misma en la que jugabas a cartas con aquella señora mayor que no recuerdo. Las arrugas ajenas son más difíciles de reconocer y recordar para un niño.

Sin embargo, mientras imploro cada palabra en la penumbra, puedo ver claramente tus labios desdibujados por los años, moviéndose muy despacito, para que memorizase cada palabra en ese tono que tanto,
y tan poco,
se parecían a una canción de cuna.

“-¿Qué haces niña?”

(Resucitar fantasmas - pienso)

-“Rezar, supongo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario