miércoles, 17 de febrero de 2010

Historias de (des)amor I





Dejo mi corazón en la cuerda de tender miserias y vago por la ciudad buscando un amor barato, sucio y recalentado. Ni siquiera busco un gato pardo, sólo uno callejero que quiera comida y cama de paso. Nada de desayunos con diamantes, no quiero un intercambio de teléfonos. Quiero una muesca en la pared a golpe de cabecero. Un polvo que recordar los días que no me sienta bonita.

Te encuentro en la barra de un bar cualquiera. Tus labios saben a ron y a experiencia. La cosa se pone (dura) seria y pedimos un taxi con la mano que nos queda libre. Sé que debe ser difícil, pero el conductor debería mirar menos el retrovisor y más a la carretera. No me gustaría estrellarme contra un camión de la basura. Hoy no quiero medias tintas ni quedarme a medias.

El portal nos recibe a golpe de cremallera, avanzando a trompicones por escaleras desiertas... O no tanto. Disculpas y “Buenas noches” mientras te subes la bragueta. Tu risa revolotea en mi oído y las llaves que no aparecen y mi puerta que no contiene las ganas.

Entramos y más risas. Un golpe en la cabeza me recuerda que mi lámpara es muy baja y que vemos demasiado porno. Después en mi cuarto no es más de lo mismo. Mis vecinos pueden dar fe de ello. Sabes como perderte, y perderme, por los acantilados del sexo en estado (im)puro. Tus labios no mentían y los míos me emborrachan con tus licores. Incendias mi cama y ardemos hasta quedar reducidos a brasas.

Enciendes un cigarro. Tiempo muerto. Una calada profunda y me lo pasas tan caliente como todo lo que viene de ti. Hace mucho que no veo un culo tan bonito levantarse de mi cama. Cierro los ojos e intento retener la imagen en el humo que aspiro. En un minuto habrás localizado tus pantalones y en diez habrás salido de mi casa.

Abro los ojos y te descubro aún desnudo acariciando el lomo de los libros de mi estantería.

- ¿Me prestas un alfiler de tu corbata?

Sonríes.

-¿Para qué?

Recojo mi maltrecho corazón que viene arrastrándose dejando un reguero de miserias por el parquet. Le soplo las telarañas y lo ensarto en mi pecho. Cuelga algo torcido aunque puede que ese sea exactamente su lugar.

- Otro día te lo cuento.

Tu sonrisa me desarma.

2 comentarios:

  1. Sí sí, me acuerdo de este relato. Ciertamente intenso, puro fuego, con esa forma tan propia que tienes de escribir. Sigue así ;).

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  2. Gracias Alhrael. Es de una serie que empecé a escribir en la comuna, pero luego me arrastró la poesía y lo dejé un poco abandonado. A ver si ahora los retomo.

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