
Dejo mi corazón en la cuerda de tender miserias y vago por la ciudad buscando un amor barato, sucio y recalentado. Ni siquiera busco un gato pardo, sólo uno callejero que quiera comida y cama de paso. Nada de desayunos con diamantes, no quiero un intercambio de teléfonos. Quiero una muesca en la pared a golpe de cabecero. Un polvo que recordar los días que no me sienta bonita.
Te encuentro en la barra de un bar cualquiera. Tus labios saben a ron y a experiencia. La cosa se pone (dura) seria y pedimos un taxi con la mano que nos queda libre. Sé que debe ser difícil, pero el conductor debería mirar menos el retrovisor y más a la carretera. No me gustaría estrellarme contra un camión de la basura. Hoy no quiero medias tintas ni quedarme a medias.
El portal nos recibe a golpe de cremallera, avanzando a trompicones por escaleras desiertas... O no tanto. Disculpas y “Buenas noches” mientras te subes la bragueta. Tu risa revolotea en mi oído y las llaves que no aparecen y mi puerta que no contiene las ganas.
Entramos y más risas. Un golpe en la cabeza me recuerda que mi lámpara es muy baja y que vemos demasiado porno. Después en mi cuarto no es más de lo mismo. Mis vecinos pueden dar fe de ello. Sabes como perderte, y perderme, por los acantilados del sexo en estado (im)puro. Tus labios no mentían y los míos me emborrachan con tus licores. Incendias mi cama y ardemos hasta quedar reducidos a brasas.
Enciendes un cigarro. Tiempo muerto. Una calada profunda y me lo pasas tan caliente como todo lo que viene de ti. Hace mucho que no veo un culo tan bonito levantarse de mi cama. Cierro los ojos e intento retener la imagen en el humo que aspiro. En un minuto habrás localizado tus pantalones y en diez habrás salido de mi casa.
Abro los ojos y te descubro aún desnudo acariciando el lomo de los libros de mi estantería.
- ¿Me prestas un alfiler de tu corbata?
Sonríes.
-¿Para qué?
Recojo mi maltrecho corazón que viene arrastrándose dejando un reguero de miserias por el parquet. Le soplo las telarañas y lo ensarto en mi pecho. Cuelga algo torcido aunque puede que ese sea exactamente su lugar.
- Otro día te lo cuento.
Tu sonrisa me desarma.
Sí sí, me acuerdo de este relato. Ciertamente intenso, puro fuego, con esa forma tan propia que tienes de escribir. Sigue así ;).
ResponderEliminarGracias Alhrael. Es de una serie que empecé a escribir en la comuna, pero luego me arrastró la poesía y lo dejé un poco abandonado. A ver si ahora los retomo.
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