Al principio no podía imaginarlo
cuando llego aquel
que cantaba al hablar.
Me hacía cosquillas con su barba
entre los muslos
y me empapaba
de su mano en el Paseo,
con su mano, en oleadas
Luego aprendí
que había mares
Más salados.
Costa da Morte fue una re(li)gión
que abarcada de una nuca
a la cadera
salpicada de tinta toda su espalda
y supe que Finisterre
no era un cabo
sino una golfa
pelirroja
con piercing en la lengua.
Empecé a sospecharlo con
aquel producto importado
Made in Argentina
con acento de sábado por la noche
que se diluía entre el café,
y Su leche
por la mañana.
Y en un ascensor
al sur del sur
“Tú y yo aquí encerraos”
terminé por confirmarlo:
Tengo una extraña debilidad por los acentos
O
el punto G pegadito al tímpano.
Me encanta, sobre todo por esos últimos versos. Muy diferente a todo lo que leo habitualmente ;).
ResponderEliminaren fin, no tengo palbras, la verdad, es genial :)
ResponderEliminarSugestivo, por lo que dice y por lo que calla. El final, como siempre por aquí, convierte la experiencia propia en algo que implica a quién lee. Y luego dices que mis palabras ponen el corazón blandito... Pues anda que tú...
ResponderEliminarNo deja de tener su gracia que me lean, dos gallegos, un argentino (importado también) y un gaditano que no dice nada, pero me lo lee todo,
ResponderEliminarno sólo los poemas.